¿Por qué Venezuela se encuentra
entre los países con mayores índices de obesidad en el mundo?
Por Alexis Correia
Los reyes del “dulcito”
Según especialistas y ex
víctimas, las razones para que Venezuela esté entre los 6 países con mayor
porcentaje de obesos en el mundo son un tiro al suelo: la mala educación
nutricional y el sedentarismo
Puesto 47 en el más reciente
ranking mundial de la FIFA. Cuartos en la última Serie del Caribe de beisbol.
Novenos entre los productores de petróleo. Segundos en títulos de Miss Universo
con 6 coronas. A estos honores, Venezuela agrega ahora el puesto 6 entre los
países con mayor índice de obesidad en el mundo entre los mayores de 15 años de
edad (29,6%), escalafón que encabeza Kuwait, según un estudio revelado por la
consultora Euromonitor International a finales de enero en Santiago de Chile.
Las cifras oficiales de obesidad
—que no debe ser confundida con el más común sobrepeso, y que se obtiene cuando
la división de kilos entre el cuadrado de la estatura en metros supera un
resultado de 30— en Venezuela ocupan una dimensión nunca del todo conocida. El
país no aportó datos para la más reciente medición del Grupo de Tarea
Internacional contra la Obesidad (IOTF), y según otro estudio revelado en marzo
de 2008 por la Organización Mundial de la Salud, 62,5% de los venezolanos sufre
algún tipo de sobrepeso, lo que colocaría al país en la casilla 24 del mundo.
Bienvenidos al club de la
pandemia que la revista National Geographic ha bautizado como
“globesidad”, y que tiene explicación sencilla —una combinación de raciones de
alimentos cada vez más grandes, pero de menor calidad nutricional, y
sedentarismo, como imitación paradigmática del paradigma del modelo de vida de
clase media de Estados Unidos, país con 38,7% de obesos según Euromonitor— pero
solución improbable.
“A falta de un estudio serio e
integral sobre la obesidad en Venezuela, sería irresponsable decir que hay un
factor en especial que nos haga más obesos que en otros países, pero sin duda
hay factores decisivos: no sólo en nuestro país, sino en toda América Latina,
hay una falla grave de educación nutricional. Somos los reyes de los dulcitos,
todos tenemos por lo menos un antojo de dulcitos cada día y ese es nuestro
alimento favorito”, especula para Lesbia González
Gutiérrez (www.nutricionconlesbia.com), ex presidenta del Colegio de
Nutricionistas y Dietistas de Venezuela.
La especialista no descarta que
exista un factor de estrés político o económico que incida en que los
venezolanos recurran a una alimentación excesiva: “Es cierto, muchas personas
arremeten contra la comida por alguna carencia emocional, pero puede decir con
convencimiento, luego de 34 años de experiencia profesional, que aquí
engordamos por no tener el hábito positivo de hacer 5 o hasta 6 comidas al día.
Entonces llegamos a la hora del almuerzo o la cena desesperados, sin nivel de
cordura o racionalidad alguna, con los niveles de insulina altísimos por falta
de glucosa en la sangre, y lo primero que buscamos es lo que se saca fácilmente
de la bolsita: el carbohidrato, el dulcito. Es más rápido agarrar un pedazo de
pan que ir a la nevera y sancochar un huevo, o cocinar un pollo, o cortar un
trozo de queso. Los carbohidratos ya están listos”.
De gordo a galán
El actor venezolano Alejandro
Chabán, quien ha logrado el equivalente a un bestseller vernáculo con
el libro De gordo a galán —en el que cuenta como pasó, de reventar las
entrepiernas de sus pantalones con el grueso de sus muslos, a lucir hoy los
llamados “chocolaticos”, vaya paradoja, en el abdomen—, indicó las
razones por las que cree que somos el sexto país con más obesos.
“Tenemos la costumbre cultural de
celebrar o lamentar cualquier acontecimiento con comida y alcohol. Hay carencia
de información sobre alimentación balanceada: cuando yo era niño, mi mamá me
decía que una arepa con Diablitos era una cena ligera. Como somos un país con
alto porcentaje de pobreza, es más económico cenar con pasta y arroz
(carbohidratos) que una porción de proteínas como carne o pollo. Finalmente, la
inseguridad y la inestabilidad propician que el venezolano prefiera quedarse en
su casa jugando videojuegos que salir a la calle a trotar, caminar, montar
bicicleta o hacer deporte. El estrés, el miedo, la inestabilidad y la
incertidumbre quizás contribuyen a que nos desahoguemos con la comida. No lo
digo yo, lo dicen los miles de compatriotas que se comunican conmigo por
mi website (www.degordoagalan.com), Twitter oFacebook”,
enumera Chabán.
“Voy a ponerme a sacar la cuenta
de mis expedientes para tener una cifra exacta, pero puede decir que a un
altísimo porcentaje de mis pacientes a los que le pregunto ¿qué fue lo que
comiste el día anterior y lo que más te gustó?, responden: si no me como mi
dulcito diario me siento mal”, vuelve a subrayar Lesbia González.
Todo para la licuadora
La mala nutrición es una causa de
obesidad más determinante que la vida sedentaria (basta recordar el aserto de
que somos lo que comemos), pero también hay que moverse. En su libroOtra
manera de vivir (2005), centrado en las perversiones de la alimentación
moderna, la célebre científica Jane Goodall coloca el ejemplo de tribus
africanas como los Masai, cuya alimentación está basada en mantequilla, carne
de cabra y sangre de vaca, pero que compensan un enorme consumo de grasas con
la cantidad de kilómetros que recorren a pie cada día.
“Los carbohidratos son necesarios
e indispensables, pero si a un niño lo alimentas con refrescos, chucherías y
esos jugos de pote que tienen una cantidad impresionante de azúcar, y los pocos
vegetales y frutas que consume se los metes en una licuadora —lo que les hace
perder la fibra—, y además ese niño no hace ningún tipo de actividad física
aparte de sentarse frente a una computadora, entonces lo vas a convertir en un
obeso prematuro con una gran cantidad de grasa abdominal e hiperinsulinismo”,
advierte la nutricionista Adriana Picariello, egresada de la UCV y autora de
los libros Menú Light, quien cree que la introducción de la
denominada fast food ha sido un componente crucial en el incremento
de la obesidad en Venezuela. “Por otra parte, cada vez se licúa más todo, en
vez de sentarse a comer con calma y de manera sana”, reitera.
El factor calor
Protagonista de uno de los
cambios de figura más drásticos en la historia de la televisión venezolana
luego de someterse a una cirugía de bypass gástrico para empequeñecer
su estómago —“o me moría de obesidad o me moría haciéndome la operación, y
elegí lo último”, cuenta—, la periodista Berenice Gómez, conductora del
programa Los chismes de la Bicha en el canal RCTV Internacional,
desconfía de los resultados de la medición de Euromonitor International, según
su experiencia empírica.
“Yo dudo mucho que en Venezuela
tengamos niveles de obesidad como los que he visto en Estados Unidos, Canadá o
Europa”, dice quien, a los 57 años de edad, perdió 60 kilos en un semestre.
“Sin embargo, sí tenemos un gran cinturón de sobrepeso en las zonas de
Venezuela donde hay más calor: Zulia, el Oriente, Guayana. Son regiones donde
se hace muy poco ejercicio y la gente toma mucha cerveza y jugos de fruta
empaquetados”. Acerca de su evolución personal, Berenice agrega: “Todavía me
siento muy extraña, inclusive alienada de mi propia familia, donde aún no
reconocen el nuevo cuerpo en el que estoy metida. El bypass gástrico
hizo que me convirtiera en una anoréxica natural, mi cuerpo ahora rechaza todo
lo que engorda. Ningún otro método me funcionó para rebajar: no lo hice por
estética, me operaba o me moría”.
Alejandro Chabán no sataniza ni a
los carbohidratos ni a las cadenas de comida rápida: “Para superar la adicción
a los carbohidratos la solución no es dejar comerlos, sino conocerlos y saber
cuándo comerlos, porque las lágrimas que lloramos y los latidos que nos dan
vida están hechos con la energía de los carbohidratos. En cuanto al fast
food, es como un cuchillo: se puede usar para picar comida o para matar. No
podemos desaparecer a cadenas como McDonald’s de la sociedad, son realidades
diarias con las que lidiamos cada vez que vamos al cine o a un centro
comercial. Los puedes usar para bien o para mal”, cuenta el actor, quien
recuerda cuando era niño y sus padres le cerraban la nevera con un candado, y
entonces él le pasaba dinero a la empleada de servicio para que le trajera
empanadas clandestinas: “El cambio debe empezar por uno mismo, sin que te
obliguen, y por sacrificar un placer a corto plazo (comer mal) por otro a largo
plazo (un cuerpo armónico)”.
“Por supuesto que ha habido un
notable incremento de los pacientes con sobrepeso y obesidad que recibo en mi
consultorio de nutricionista”, concluye Lesbia González. “Quiero pensar que es
por una razón positiva: los reportajes científicos en los medios de
comunicación han contribuido a difundir que la obesidad es una enfermedad que
causa severos daños y destruye el funcionamiento de órganos como el corazón”.
Adriana Picariello insiste: “Parece mentira pero la solución es muy fácil: al
menos 5 comidas al día con presencia equitativa de 5 tipos distintos de
alimentos, entre ellos abundantes frutas y vegetales no licuados, sino
masticados sin apresuramiento. Y al menos 30 minutos diarios de ejercicio
moderado”. Tan cerca, pero tan lejos: una torta de chocolate dura unos pocos
segundos en la boca y muchos años en el abdomen, pero como bien lo refleja la
película Blueberry Nights, para muchos el mundo bien puede acabarse
después de tan dulce suicidio a cuentagotas.
Extra:
Video La Ciencia de la Obesidad
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